jueves, 4 de agosto de 2016

Dueño de Yza vendió 225 farmacias y 'compró en Oxxo' la píldora de la felicidad



Farmacias Yza, una cadena yucateca con más de 52 años en el mercado pasó a manos de Grupo Femsa, propietaria de la cadena de tiendas de conveniencia Oxxo (Foto: Eduardo Vargas M.)






Eduardo Vargas Marín/Reportero

Mérida, Yucatán.- 
Para comprar la “píldora de la felicidad”, este yucateco tuvo que vender 225 farmacias, ‘empeñar’ tres letras de su nombre y dejar en el pasado 52 años de trabajo ininterrumpido.

La receta no vino de ningún médico, ni siquiera de otro hombre, si acaso de su conciencia y, por supuesto, de su comprador, quien lo convenció como se convence a una novia: con la promesa de serle fiel y, por qué no, de ir juntos de compras: de entrada 30 farmacias más…
“Es el novio con su caballo blanco”, dice, en entrevista, don José Emir Yza Villanueva, único propietario, al menos hasta febrero de 2013, de 300 farmacias, agrupadas en una empresa yucateca que, asegura, no sólo está más sana que nunca sino que ni siquiera le duele nada.

Pero, a diferencia de un matrimonio común, será Yza, el apellido de la “novia” –que es marca al mismo tiempo-, el que se conservará, en tanto que el “novio”, la empresa Femsa, propietaria de Oxxo, le pondrá  “casas” en 28 entidades federativas que se sumarán a las cinco en donde tiene presencia.

-Dicen que el crecimiento duele ¿le dolió crecer a Farmacias Yza, don Emir?
-El crecimiento dolió de 100 a 300 farmacias, después de 100 ya no duele, porque es lo mismo que se va reinvirtiendo… gente que anda con 50, 60 farmacias están en una etapa en la que no puede tener todo un corporativo bien, con gente bien pagada, bien preparada.

Yo necesitaba gente bien preparada porque estudié hasta 6o de primaria… Dios me ha ayudado mucho… no sé cómo lo hice, pero dicen que (se debe a) como uno trata a la gente y siempre he pensado que a la gente hay que tratarla bien. El principal recurso de cualquier empresa es el humano porque si no hay no vas a ningún lado.

-¿La competencia era muy fuerte como para pensar en esta alianza? ¿Había que reforzarse de esta forma?
-No, el Sureste no me preocupaba, me preocupaba que vinieran más (competidores). Nosotros estamos bien, y lo que hicimos es porque nos vinieron a vender la idea de un plan a nivel nacional. Nosotros ya no vamos a pensar en Yucatán,  vamos a pensar en la República Mexicana con la marca Yza…


-Pero es muy difícil crecer solo…
- Volvemos a la parte de la eficiencia: los procesos que ellos tienen son los mejores para manejar tanto número de unidades (de negocio)… No es lo mismo manejar 300 que 10,000 unidades…  Aquí siempre tenemos algún problemita en reparto, surtido… cómo hacer mejor las cosas, creo que no hay nadie mejor que ellos para apoyarnos en eso.


-¿No le quitaba el sueño crecer? ¿Estaba preocupado?
-No porque estábamos creciendo a ritmo de 60-70 farmacias al año. Yo no estaba preocupado por eso…


-Entonces, si Yza es una persona sana… la alianza ¿es una vitamina?
-No es que lo necesitáramos es que queríamos más y quién mejor que ellos para ser grandes…


-¿Quién receta a Yza esta fusión, el Consejo de Administración?
-Yo soy el dueño absoluto y tomo la decisión solo… Hace más de un año que estamos hablando; el primer contacto fue cuando vino una persona a decirnos que si queríamos asociarnos con una empresa, una de las 50 más grandes de México -sin decir nombres-; eso fue hace año y medio, entonces estuvimos pensando -yo y mis colaboradores más cercanos-… dudábamos porque ya habían venido fondos (de inversión), mayoristas, pero cuando escuchamos de quién se trataba…


-Entonces, Yza era atractivo para varias firmas ¿cuántos compradores había?
- Hubo 3 empresas, incluso una americana que no tiene presencia y que quería entrar por medio de nosotros…
Varios fondos estaban interesados y ya cuando se interesó Femsa salieron otros fondos, (empresas) mayoristas, cadenas nacionales que querían (comprar)… más bien, si creo que ellos por tratar de crecer, pero más por frenar a Femsa… como sabes Walmart ya tiene seis farmacias que no están dentro del súper y no es lo mismo estar dentro del súper que estar en la calle y están haciendo pruebas. Mientras Walmart hace sus pruebas y otros siguen creciendo, ellos (Femsa) arrancan con 300 farmacias y usan nuestra plataforma para levantar el vuelo…


-En términos médicos, como dice su eslogan “qué alivio”, ¿la venta es un alivio para farmacias Yza?
-No es un alivio, es una gran satisfacción que una empresa como ésa se haya fijado en nosotros… es el novio con su caballo blanco…


-En México se han dado otra fusiones, como la de Comex, de empresas que se supone no están mal, ¿quiere decir esto que era el momento, para  Yza, de vender?
-Sí porque fue el momento en que salió el bueno comprador, el aliado perfecto, que tuvimos la fortuna de que fueran ellos…


-A eso se le llama alianza estratégica: ellos pensaban en crecer y buscaron aliarse con los más pequeños de las regiones para hacerlo…
-Leí en una publicación por internet, por correo electrónico, algo sobre supermercados que hablaba sobre Femsa y ahí decía algo que ellos ye me habían comentado, que ya no pueden crecer al mismo ritmo que crecían como crecieron: 10 mil tiendas, que les iba a ser más difícil… (y se preguntaron) ‘¿en qué podemos crecer grandemente?, en el ramo de la salud’… y se pusieron a buscar y vinieron aquí a decirnos que la forma en que habíamos crecido nadie lo había hecho.


-Don José Emir ¿se tomó la píldora de la felicidad?
-La verdad que sí. Algunos familiares dicen “uuuy”, pero gente que sabe me ha felicitado porque  la empresa Femsa es una garantía…


-¿Y no hay alguien que le haya reclamado porque ahora habrá más competencia, alguien que  le diga “nos vendiste”?
-Debe haber alguien, hay de todo… hay mentalidades de todo tipo, pero la mayoría de la gente me ha felicitado…

Aunque don José Emir no dibuja felicidad en su rostro, se aprecia tranquilidad y, sobre todo, laxitud en sus facciones. No en vano, dice estar completamente tranquilo y contento con la decisión de vender parte de su patrimonio que, por cierto, no termina en Farmacias Yza.
“Yo tengo bienes raíces; soy socio de Plaza Altrabrisa… tengo una plaza, en sociedad con otra persona, en Cancún con 60 locales comerciales… (además) 80 locales quedan rentados a Femsa… de mi propiedad, a Oxxo le rento actualmente tres locales…

Por lo pronto, don José Emir tiene que seguir “hasta enero o febrero” a cargo de grupo Yza, antes de dejar toda la operatividad –incluido a su equipo cercano de colaboradores y a 2,200 empleados- en manos de Femsa.

Pero algo que no había dicho públicamente es que el 25 por ciento de Yza que todavía conserva podría, eventualmente, venderlo. Aunque no es algo que esté pensando actualmente, tampoco lo descarta porque Femsa puede hacerle una oferta más adelante.

El caso es que don José Emir, a pesar de haberse dedicado más de 52 años a la botica, prefiere no meterse en el terreno de las comparaciones médicas o farmacéuticas; a él, le resulta más fácil explicar, en términos “fabulescos” lo que sucedió con su empresa; de ahí que se refiera al caballo blanco en el que viene el “novio", y tal vez por eso remata:

"Ya no voy a ser cabeza de ratón sino cola de león…"

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Con texto

En noviembre pasado, Femsa Comercio, subsidiaria de Fomento Económico Mexicano (Femsa), acordó adquirir  75 por ciento del capital de Farmacias YZA.

Femsa consideró que podrá contribuir su considerable experiencia en el desarrollo de formatos de comercio al detalle de "caja pequeña", a la operación de esta empresa, que ya participa exitosamente en esta industria.

Según un comunicado de la trasnacional, la transacción está sujeta a recibir la aprobación de las autoridades correspondientes y se espera que el cierre ocurra durante el primer trimestre de 2013.

A finales de octubre, la subisidiaria Femsa Comercio, conocida por las tiendas de conveniencia Oxxo, concretó la compra de la franquicia de Doña Tota en territorio nacional.

El bálsamo del doctor Yza
  • La revista Expansión publicó que la compra-venta fue de 60 mdd.
  • El contrato de compra-venta está en la Comisión Federal de Competencia.
  • La resolución debe salir en febrero de 2013.
  • 225 farmacias quedan en manos de Femsa y 75 a cargo de Yza.
  • 1,000 puntos de venta (farmacias) proyecta, en 5 años, la empresa (holding) que surgirá de la alianza Femsa-Yza.
  • Las sucursales (puntos de venta) tenderán a ser más chicas: de 40 a 60 m2.
  • 30% de los productos de la farmacia son medicamentos; el resto, productos de higiene y belleza.
 (Texto original publicado en SIPSE.com)

sábado, 6 de febrero de 2016

Se quejaba de que no tenía manos, hasta que... manejó una moto


Antonio Pérez Flores no tiene manos y no puede caminar, pero puede conducir una moto. (SIPSE.com)
Eduardo Vargas Marín
Mérida, Yucatán

I. Sin manos

Si este hombretón tuviera sus manos y las cerrara fuertemente no habría diferencia entre sus puños y los muñones que hoy, mientras habla, sacude violentamente frente a su rostro; cuando alza sus brazos cercenados, a la altura de su cabeza, semeja un toro de lidia, presto a la embestida.

La escena está partida: por un lado, su carácter afable y hasta bonachón; por el otro, su ceño fruncido para siempre por la ruptura de sus nervios ópticos y la apertura incompleta de su boca, semiparalizada del lado izquierdo.

El ‘toro’, acostado hoy en un camastro de hierro con hilos de plástico, recibió el 23 de noviembre de 1996 una estocada casi mortal: balazo en la columna vertebral -que le paralizó el 75 por ciento de su cuerpo- e incontables machetazos que le mataron para siempre dos sentidos y le “durmieron” por un tiempo otro más.
Transcurridos 16 años de la noche más triste de su vida, Antonio Pérez Flores recuerda, en voz alta, cómo su excompañero de trabajo le cortó ambas manos y cómo él, paradójicamente, decidió cortar todo lazo familiar para mudarse a Mérida.

Tras refutar su muerte, bravo y emotivo, Antonio se aferraría ahora a la idea de recuperar la capacidad de trasladarse de un lugar a otro –sin manos no podía mover la silla de ruedas- y, por qué no, de trabajar para ganarse unos centavos.

No fue sino hasta cinco años después de llegar a Mérida que Toño conoció a Isabel, de quien obtuvo un invento 100 por ciento yucateco que le cambió la vida de encierro y cama que llevaba: una moto adaptada.

Pero esta es otra historia a la que Antonio llegará después de contar que aquel trágico sábado por la noche, en su natal Arriaga, Chiapas, comenzó a pagar una factura de algo que jamás “compró”.

No, el pleito no fue por faldas aunque dos mujeres, quizás sin saberlo plenamente, estuvieron involucradas: un “amigo” de Toño ardió en celos cuando supo, primero, que ambos estaban enamorados de la misma joven y, segundo, que la esposa de su “amigo” –de más está decir que era casado- confesó que Antonio, de espaldas, le daba parecido a su primer marido.

Días después de aquellas dos imprudentes confesiones, Toño regresaba de jugar futbol con unos amigos (entre ellos, su victimario) de un lugar llamado El Arenal, cuando de frente se topó con quien llamaremos “Juan” -jamás lo nombró durante la entrevista-, y quien supuestamente buscaba a un tercero...

-¿No has visto a La Borrega? –preguntó “Juan”.

-No –respondió Toño, mientras observaba discretamente el rifle y el machete de “Juan”.

-¿Y entonces tú qué, vas a “rajar”? Porque si es así, de una vez…

-¿Qué pasó, “Juan”? Tú ya me conoces…

-Entonces ¿vas a “rajar”? –insistió el victimario.

-Ya te dijeeee, ya me conoces cómo sooooy.

-Okey, lárgate pues –dijo “Juan”.

Cuando Toño subió el pie al pedal de su bicicleta para tomar impulso, sintió un fuerte golpe en la espalda que le sacó el aire y le quitó las fuerzas: cayó al piso sobre su lado derecho, con todo y bicicleta entre las piernas.

“El balazo no me dolió, pero me sacó el aire… Yo intentaba respirar y no podía. Cuando por fin logré jalar aire, alcé la cabeza y como mi camarada iba volteando mientras se alejaba alcanzó a ver que yo todavía estaba vivo y regresó a rematarme”…

II. Su mano derecha

Isabel, una mujer que tiene discapacidad pero cuyo corazón no tienen límites (SIPSE.com)
La moto adaptada para discapacitados nació en Yucatán a causa de la “guerra de sexos”…

“A mis 19 años, comencé a buscar a la gente que participaba en eventos deportivos, carreras de sillas de ruedas. Tenía mucha inquietud porque yo no salía de la casa, y veía en el periódico que participaban y sobre todo que salía una mujer que (le) ganaba a los hombres y eso es un aliciente para una persona que nace con discapacidad…”

Habla Isabel Pérez Ortega, quien podría ser una discapacitada más de Yucatán, si no fuera porque hace más de 20 años donó una moto para hacer un “experimento” que, en 15 años de trabajo, ya la cambió la vida a unos 500 personas con discapacidad en el sureste de México, según cifras de 2012.

Con ese “experimento”, Isabel buscaba una forma de desplazarse sin necesidad de ayuda, pues sabía perfectamente que los autobuses urbanos no le darían parada, y que andar en taxi acabaría con los pocos ingresos, en caso de que pudiera conseguir un empleo.

En 1992, Isabel y sus amigos le plantearon su deseo de fabricar un vehículo adaptado a una tercera persona –a quien no identificó- y, juntos, comenzaron a tocar puertas.

Se acercaron a los gobernadores Dulce María Sauri Riancho y Federico Granja Ricalde, y de cada uno recibieron un “no” como respuesta. No fue sino hasta que Víctor Cervera Pacheco asumió la gubernatura, que Isabel y sus amigos recibieron el apoyo esperado.

Corría el año 1996 cuando, entre el ensayo y el error, Isabel y sus amigos lograron montar en la moto original una estructura que les permitía subirse con todo y silla de ruedas, y sin que fuera necesario el apoyo de una tercera persona.

Isabel –hoy a cargo de la asociación civil Hacia Nuevos Caminos- explica que, con el paso de los años, igual que se transforma y se mejora una bicicleta de carreras, lograron adaptar una estructura tan resistente que reforzada podía (puede) aguantar el peso de tres personas…

Sin querer inventaron el tricitaxi y, por ende, el mototaxi… Pero esa historia no cabe aquí…
Isabel asegura que el apoyo del Gobierno del Estado sólo se recibió al principio, y que lo administró una tercera persona que no les rendía cuentas, pero que, sin embargo, les ayudó a conseguir las máquinas que les permitieron instalar la fábrica.

Así, en ese año, cumplieron el objetivo de instalar el taller en un local de la calle 84 entre 48 y 50, en el centro, cerca de la colonia Santa Rosa, en Mérida, donde hoy funciona la asociación civil, pero se enfrentaron a otro problema: la falta de capacitación para el trabajo.

-¿Y cómo le hicieron para fabricar la moto si no sabían? –se le preguntó.

-En su momento, “el señor” que nos comisionaron compró las máquinas de soldar y donde se compraron se preguntó cómo utilizarlas, y en este caso una persona –a la que señala en un foto dentro del taller- estuvo haciendo la producción de sillas de ruedas, carriolas y todos los demás instrumentos: Luis Alfonso Tello Collado.

El taller se especializó en fabricar aditamentos especialmente diseñados para las personas con discapacidad, es decir, de acuerdo con su limitación, su tamaño (su físico) y la necesidad que el propio discapacitado o familiares les señalaban.

"…no todas las personas con discapacidad son iguales, cada uno de nosotros es diferente, aunque en apariencia se vea que estás en un silla de ruedas y eres igual a todos, no es así: por pequeña que sea hay una variante en la situación, hay gente que no mueve los brazos y hay que hacerle cierta adaptación por la cuestión de los brazos…”

Ese fue el caso de Antonio, a quien tuvieron que hacerle, de acuerdo con las propias especificaciones del “cliente”, una adaptación que le permitiera manejar, si usar las manos, el vehículo.
En pocas palabras, las motos adaptadas eran (son) trajes a la medida… un “traje” que puede costar hasta 20 mil pesos…

III. Mano izquierda

Isaac Romo, un comerciante de bicicletas, quien se atribuye el invento de la moto adaptada. (SIPSE.com)
La persona a quien Isabel prefirió no llamar por su nombre se llama Isaac Romo, y quien se dice inventor del tricitaxi y de la moto adaptada para discapacitados, a la que alguna vez pensó llamar “motodisc”, pero que nunca registró como invento…

Empresario del ramo bicicletero por “genética” familiar en su natal Guadalajara, don Isaac recuerda, en entrevista que, a principio de la década de los 90, solía viajar por placer a Yucatán, y que le llamó la atención la cantidad de bicicletas que se utilizaban.

Así que, un buen día, decidió venir con todo y fábrica, atraído por un proyecto con el que intentaba dar empleo a discapacitados, tal como lo hacían en la empresa familiar de la que él formaba parte en La Perla de Occidente.

Aunque el proyecto original nunca se llevó al cabo, Isaac permaneció entre tres y cuatro años hasta que se convenció de que en el ramo de las bicicletas jamás lograría hacerse un lugar aquí. Entonces, decidió regresar a la Guadalajara.

Pero durante su estancia en Yucatán conoció a varias personas con discapacidad a las que, sin sueldo fijo, les ofreció empleo con el fin de que se capacitaran para el trabajo; entre esas personas estaba Isabel.

“…parte del interés que tenían de estar en el taller era hacer sus propios equipos para generar su propio movimiento… y posteriormente comenzaron a surgir las ideas”.

Isaac recuerda que el proyecto original de la moto adaptada surgió después de varios intentos, de adaptar estructuras, a las que, incluso, les pusieron “rueditas”; pero, al final, todo implicaba que el usuario tuviera que recibir ayuda de alguien para subir y bajar su silla de ruedas.

Fue en ese entonces que Isabel donó la moto que más tarde formaría parte del nuevo invento…
“Tardamos como mes y medio en hacer el prototipo y lo más bonito fue cuando lo sacamos a la calle, que bajamos la estructura de donde lo teníamos montada para fabricarla y que vimos que funcionó (…) primeramente lo probó unos de mis hijos que no iba en silla de ruedas, que era más fácil que evitar una accidente...”, recuerda don Isaac.

Pero, para lograr fabricar en serie –y en serio- el invento, los creadores necesitaban dinero y el Gobierno, hasta entonces, había hecho oídos sordos.

Un día, –cuenta don Isaac- en un evento oficial con discapacitados al que acudió a despedirse de sus amigos, escuchó, por los altavoces, su nombre: era el propio Víctor Cervera Pacheco, quien lo llamaba…

-Estoy enterado de lo que usted está haciendo y aquí cuenta con todo mi apoyo –le dijo Cervera, según recuerda “el señor” Romo.

Ese mismo día, tras una larga espera en Palacio de Gobierno, don Víctor le resolvió un crédito para que fabricara sillas de ruedas y pudiera capitalizar el proyecto.

Hasta ahí, de acuerdo con la idea original: que las personas con discapacidad que laboraban en la fábrica tuvieran el apoyo para fabricar sus motos –ya probada su eficacia- y darles empleo…

Pero el Gobernador –dice don Isaac Romo- pensaba más allá: darle movilidad a todos los discapacitados de Yucatán, que no tuvieran que depender de nadie para transportarse.

“… en ningún lugar han funcionado las rampas en los transportes porque si me toca la suerte de que cerca pasa un camión, pues ¡qué bueno!, pero si vivo a 10 cuadras tengo que llegar al camión (…) no vamos a resolver el problema así porque un camión equipado cuesta un millón de pesos y no es costeable”, le dijo Víctor Cervera a don Isaac.

Isaac asegura que ésa fue la semilla de la pequeña empresa que montaron él y sus amigos discapacitados, en la que él permaneció el tiempo suficiente como para ver la fabricación de unas 100 motos adaptadas, hasta que concluyó el proyecto original que hoy el grupo de trabajadores mantiene activo.

“A mí me preguntaban si me daba mucha dificultad trabajar con discapacitados y yo decía: ‘Mientras su discapacidad no esté en la mente, no hay problema’”…

IV. A mano

Antonio, el sobreviviente. (SIPSE.com)
Antonio Pérez no conoce a Isaac Romo, pero ha recibido de él mucho más de lo que recibió de sus familiares, incluido su padre, a quien Toño perdió cuando apenas tenía seis años: fue encarcelado por matar a un hombre.

Pero esa historia la contará luego, cuando haya dicho por qué la ayuda de Isabel fue vital en su vida…

Aunque Toño no recuerda la fecha exacta en la que acudió en busca de una moto adaptada, su memoria no falla cuando dice que fue el encierro lo que lo impulsó a buscar, en primera instancia, un automóvil para poder ‘escapar’ del encierro.

Por supuesto, no había dinero para eso; sin embargo, una de las personas que apoya (un benefactor) en Ciudad Vicentina, el albergue donde vive Toño, la ofreció una moto automática (100 c.c.).

Tiempo después, Toño pudo entregarle a Isabel la moto, y explicarle tanto sus limitaciones como sus capacidades. Le dijo que podía operar la moto con sus muñones, así que juntos idearon el manubrio especial como el que hoy tiene su moto adaptada.

Aunque la máquina ya no es la misma –hoy su moto es de 150 c.c., de mucho mayor potencia- el “cuadro” que le hicieran en “Hacia Nuevos Caminos” permanece completo, pero deteriorado por el paso del tiempo y del desuso en que ha estado por largas temporadas cuando Antonio ha caído enfermo.

Toño, gracias a la moto, consiguió un empleo, aunque él prefiere no llamarlo así. Cuando puede –él sí requiere ayuda para subir su silla a la moto e incluso también que lo amarren para evitar accidentes- va a repartir pan.

“Yo ando en la calle como cualquier pelao”, dice, con la misma seguridad que ha mostrado durante toda la charla.

Sin embargo, Antonio quiere más porque tiene bien clara una lección que aprendió en el rancho de uno de sus tíos, ése que fue el único capaz de contener los ímpetus de juventud de Toño:

“El que tiene, tiene qué perder… el que no tiene, no tiene nada qué perder”, le dijo un día su pariente.
Pero Toño comenzó a perder desde que tenía 6 años de edad, cuando –recuerda- su padre –rifle y machete en mano- salió un día de la casa para ir a vengar dos afrentas: la violación de una de sus hermanas (tía de Toño) y la golpiza a uno de sus hermanos (su tío Antonio, quien le 'heredó' el nombre).

Antonio cree que la vida la pasó la factura de asesinato que su padre cometió por venganza
Ya juzgado y encerrado en el penal de Cerro Hueco, el papá de Antonio no permitió que ni esposa (mamá de Toño) ni hijos lo visitaran.

Desde entonces, Toño y sus hermanas “vagaron” junto con su madre en busca de ayuda, porque no tenían nada.

Según Antonio, las hermanas de su padre vendieron todas las propiedades familiares con la intención aparente de sacar al papá de Toño de la cárcel, lo que nunca ocurrió.

Entonces, el niño de apenas 6 años, sufrió la primera gran pérdida de su vida…

Toño, como los toros de lidia, se volvió indomable y, con 8 años de edad, un buen día, se escapó "de las faldas" de su madre porque no le gustaba verla pedir para comer... "Nunca me gustó pedir nada a nadie", se justifica...

Esa fue la segunda gran pérdida de su vida…

Anduvo de casa en casa con sus parientes; primero con una tías que lo querían meter a estudiar –lo que Antonio nunca quiso-; luego con una persona que lo explotaba; más tarde con otro tío que acabó por correrlo de su casa…

Y cuando la vida empezó a sonreírle porque había encontrado el rancho ideal para vivir –para variar, con otros de sus innumerables tíos-, sobrevino la tragedia que, como la sangre derramada aquella noche de un sábado de 1996, aún está fresca en su mente.

-¿Has pensado que esto que te ocurrió es una factura que te pasó el destino por lo que hizo tu padre? –pregunta el reportero.

-Pueda ser, sí he pensado, porque dicen que los errores que cometen los padres los hijos los pagan. Yo me he preguntado diciéndole a Dios: "¿Por qué, Señor?" Y llegas a la conclusión de que el porqué es una pregunta absurda porque no tiene fin, entonces tienes que empezar a decir: "Bueno, mis padres cometieron ese problema, ahora yo estoy aquí”.

La tercera gran pérdida de Toño –quizás la más grave- fue la noche en que le cortaron las manos y todo porque “no quiso” morir desde el primer impacto: el de la bala…

Toño no olvida que, tirado en la arena, inmóvil por el balazo en la columna, cometió el error de levantar la cabeza. Cuando su “verdugo” vio que seguía vivo, regresó, machete en mano, a dar la “puntilla” al toro.

A Toño sólo le quedó esperar algunos segundos -los más largos de su aún joven existencia (tenía 23 años)- para instintivamente tratar de defenderse; metió las manos para “frenar” los machetazos…

“Primero metí la derecha, pero luego pensé: ‘Mejor meto la izquierda y dejo la otra para poder comer’ y ahí ‘me descolgó’ todo el machete. Empezaron a caer los machetazos en la cara, la cabeza, la boca… Entonces, dije: ‘Señor, ayúdame, yo no quiero morir todavía'"…

… y Dios lo indultó…

(Texto original publicado en SIPSE.com)