lunes, 24 de diciembre de 2018

Crónica: "AMLO ganó por la mier"... Da priista duro discurso



Por Eduardo Vargas Marín/reportero

MÉRIDA, Yuc.- Esta es la crónica de cómo un "desayuno de la amistad" se fue convirtiendo en una merienda de negros...

Todo empezó con el cabalístico número de la periódica reunión: 33 años, o sea, la edad de Cristo, precisamente en la fecha en que más de medio mundo festejaba su nacimiento, y con las "religiosas" palabras del "jerarca" convocante, Rubén Calderón Cecilio, veterano priista de cepa, quien le daba las gracias a la "Santísima Virgen y a Dios nuestro Señor" para luego enlistar a verdaderos "milagros" vivientes... más bien sobrevivientes del último tsunami electoral que casi los enterró el pasado 1 de julio: Francisco Luna Kan, Feliciano Moo, Gaspar Gómez Chacón, Raymundo Vargas, Luis Echeverría...

"Respetamos los 30 millones de votos -dijo el sempiterno aspirante a la candidatura tricolor al Gobierno del Estado- pero el PRI no está muerto".

Todo era camaradería, saludos, reencuentros... parecía aquella escena de una película navideña de los inicios del siglo, en los que decenas de personas se abrazaban en un aeropuerto (seguramente no el de Santa Lucía), claro, en tiempos de Navidad. Ataviada precisamente de un intenso rojo de la época, como el de Santa Claus, una mujer ya madura decía, entre risas: "Pueden llévarsela... está como el presupuesto (de Egresos de la Federación 2019)".

Era la diputada Dulce María Sauri Riancho, quien hablaba con uno de los asistentes que le intentaba entregar el bolso de mano que la legisladora había olvidado sobre una silla. Pero esto ocurrió casi al final de la reunión cuando, tal vez sin querer, la sobremesa se estaba convirtiendo en botana de mediodía. Fue un inesperado alargue en un día complicado para quienes año con año se reúnen en el predio del "jerarca", en el norponiente de Mérida, cada 24 de diciembre. 

Los pocos que quedaban ya querían irse y Dulce María también: ella había llegado tarde porque no pudo encontrar un vuelvo "guajolotero" -qué término tan conveniente en Navidad- para viajar desde la Ciudad de México, tras asistir a la sesión del Congreso en la que se aprobó -ella votó en contra- el presupuesto para 2019. 

A unos pasos de ella, un sonriente senador Jorge Carlos Ramírez Marín saludaba a todos lo que se acercaban; podríamos decir que se fue como llegó: saludando. Pero a eso llegaremos después, cuando hablemos de cómo su revalorada figura, tras la histórica derrota de su partido el pasado 1 de julio, lo hecho parecerse a sus "enemigos"... sí, a esos que aprobaron el presupuesto. 

Por ahora, vayamos a los más de 40 minutos que duró su discurso; el desayuno entró al tobogán de la crítica, de la "merienda de negros". Ramírez Marín "abrió boca" con la afirmación de las elecciones de este año "el PRI perdió como nunca", porque nunca en la historia había tenido tan pocos representantes populares; porque en los estados la votación "fue contra el PRI", salvo en Yucatán -y aquí se asomó el fantasma de la "hermana República" del cerverismo-. Con los números de los triunfos locales reforzó sus dichos: 59 alcaldías, la mitad del Congreso (si se suman sus "aliados").. 

"La situación es diferente y mejor que en otros estados", aunque "perdimos la gubernatura". 

Se hizo una pregunta: ¿qué debería pasar? Luego, se respondió: "Si queremos nosotros y los demás recuperar el sistema político tenemos que trabajar juntos, pero ¿qué queremos recuperar nosotros del sistema político, si el sistema político es el que nos tiene así?"

Se refería al actual régimen del presidente Andrés Manuel López Obrador, cuyo triunfo explicó con una metáfora: "Hágase cuenta que era la tierra: estuvo abonándose y fertilizándose para que pudiera brotar un fruto como él, pero todo el abono y todo lo que se fertilizó lo puso el sistema político. Por cierto, ya saben ustedes con qué se fertiliza? Aquí (en Yucatán) es lo mismo". 

Continuó: con presidente de un partido, un gobernador de otro, el único camino es "trabajar juntos", porque si no la consecuencia no serán perder las elecciones sino los valores en los que han crecido nuestras familias. Sin embargo, advirtió: eso no significa renunciar a lo que tienen que decir...

Y se fue como hilo de media: del Gobierno del Estado, criticó la austeridad porque esto ha significado sacar a personas con experiencia para "meter a un recién egresado de una escuela de tus amigos (...) Sí, austeridad es eliminar cosas que no necesitamos, pero necesita saber cuáles son las cosas que necesitamos".

Al presidente Andrés Manuel López Obrador también le tocó. "Si la Federación no nos va a tratar como nos merecemos es hora de preguntarnos si nosotros queremos a la Federación (...) es hora de pensar con rebeldía (...) sin tomar en cuenta a la Federación (...) Este es el inicio de un lucha".

Entre otras, la molestia del senador era (es) que, por ejemplo, en la frontera norte se bajaron las tasas de impuestos, pero en Yucatán, con un zona económica especial, no le tocó nada. También se anunció la misma medida para Oaxaca.

Cuando por fin AMLO "cortaba una flor" (¿de nochebuena?) del Senador, por los programas de apoyo a ancianos o jóvenes, llegó Sauri Riancho para interrumpir el halago. Ramírez Marín pidió un aplauso "doble" para esa "heroína", quien "ni siquiera ha llegado a su casa" , en referencia a que había llegado al reunión directamente desde el aeropuerto.

Convocó a los priistas a retomar la reunión que también se hacía cada año -convocada por Sauri Riancho- cada mes de enero: "Puede ser un buen motivo (...) citémonos, conspirermos por Yucatán (...) Ya hay más enemigos afuera", decía el senador, ya en el ocaso de su discurso, precisamente en el momento en que uno de los colaboradores repartía -en su nombre- unos calendarios a manera de obsequio. 

No, la imagen que traía el almanaque no era de su revalorizada -y cada vez más delgada- figura política; vaya, ni siquiera traía el logo de su partido, sí, ése al que acababa de criticar por "haber abonado" al sistema político que hoy los tenía -aunque no lo dijo así- de rodillas; la imagen era  de "alguien" a quien quizás -ya que están hincados por la derrota electoral- tendrían que encomendarse: la Virgen de Guadalupe, por cierto, también llamada ¡Virgen MO-RE-NA!



(El texto original fue publicado por el autor en LECTORMX.com)

lunes, 10 de diciembre de 2018

Crónica: De banquete cultural a indigestión espectacular: lo negro de #LaNocheBlanca (video)


Por Eduardo Vargas/reportero
Mérida, Yucatán.- El hombre sin piernas se detuvo en medio de la calle cerrada al tránsito, de frente a una oleada de personas que, como hormigas, iban y venían sin voltear a verlo. Un sombrero sobre el piso, en el punto medio entre las 2 ruedas de su silla, 'invitaba' a la limosna...

El tiempo que duró la canción que interpretaba con la ayuda de su guitarra, 3 personas -de las decenas que lo esquivaban- depositaron algunas monedas el sombrero blanco con lienzo negro, mismo contraste del nombre del que puede ser considerado, si no el evento más importante de la cultura en Mérida, sí el más concurrido: La Noche Blanca.

A 2 cuadras y media de ahí, un hombre con tambor y trompeta tocaba la ya famosa y pegajosa "Despacito", que no ilustraba el paso, más bien rápido, de las personas que buscaban, la mayoría desorientadas aunque llevaran mapas y programas en el mano, algún espectáculo atractivo de la 10a edición del evento en 5 años de existencia.

Cerca del trompetista, una mujer pasaba el sombrero -a contracorriente- queriendo atrapar una voluntad y, como resultado, una moneda. Pero casi nada o muy poco ganaba, salvo un enojo porque un periodista la videogrababa. En ese momento, con el sombrero azuzó al reportero para pedirle que no hiciera tomas, y que mejor le diera dinero...

Estos personajes son sólo 2 de los olvidados de La Noche Blanca, un banquete cultural del que ellos no forman parte, ni en lo artístico, ni en lo monetario. No están invitados, como sí lo estaban los funcionarios que, en ese momento, recorrían a pie las calles buscando la foto que los mostrara cercanos a la gente. Era un breve baño de pueblo, total era sábado y tocaba.

Entre todos esos hombres (y mujeres) de blanco, el diputado federal Sergio Mayer se robaba -sin saberlo- decenas de miradas de damas indecisas, quienes no sabían si acercarse a pedirle una selfie o que bailara como cuando lo hacía en el show "Solo para Mujeres". El legislador, de fina ropa de lino blanco para no desentonar con el alcalde Renán Barrera Concha o la secretaria de Cultura, Erica Millet, accedía a las fotos como en sus mejores tiempos de actor.


El contraste entre los limosneros y Mayer demostró, en un parpadeo, que el diputado se equivocó en su discurso: dijo que este tipo de eventos no eran "franquicia" de los políticos, sino tesoro de la gente... pero habría que disculparlo porque quizás nunca se refirió a quienes, a pesar de estar rodeados de "arte a tope", no podían disfrutarlo porque debían rascar una vieja guitarra o golpear un vetusto tambor para ganarse unos pesos.

Pero eso no importaba porque era noche de fiesta: 180 diferentes eventos culturales -música, danza, teatro, performances, etc-, 33 galerías abiertas, 900 artistas (a muchos de los cuales sí les pagaron y bien), cifras que más que un bufete cultural convirtieron La Noche Blanca en una suerte de empacho, porque, simplemente, no fue posible acudir a más de un evento.

Para empezar, por la distancia; cierto: había algunos tan cerca como la Plaza Grande y El Olimpo o La Casa de Montejo, pero incluso sólo un inexplicable golpe de suerte -o una "charola"- podía librarte de hacer largas filas: en el evento de la casona de los fundadores de la ciudad, por ejemplo, la gente enfilada daba la vuelta hasta la calle 60.

Ya no se diga esperar las famosas "guaguas", que si bien estaban programadas con frecuencia suficiente para no demorar mucho entre un punto y otro estaban a merced de los cuellos de botella por el cierre parcial de calles, en medio de un sábado de fechas prenavideñas. La locura.

¿Llegar a tiempo al otro evento? Imposible.

 Pero nos adelantamos un poco: porque para llegar hasta este punto primero fue necesario que miles de personas llegaran hasta el Centro; tenías de 2: o te aventabas a tomar un autobús para no atorarte en el tráfico denso, o llevabas tu automóvil y lo dejabas a más de 5 cuadras no sólo para evitar  la frenética búsqueda de estacionamiento, porque, después de las 7 de la noche, ya no había lugar en los más céntricos.

¿Caminar era opción? ¡Claro! Es hasta saludable, pero ocurrió que te topaste con algún espontáneo espectáculo callejero alrededor del cual la gente se arremolinó la sin importarle que no dejaba espacio para que los que no querían verlo circularan; por supuesto, ahí los organizadores ni siquiera pensaron en policías (o staff) que "controlara" el tránsito peatonal. Ir a pie fue más tardado que tomar la guagua...



Pero, insistiremos, ¿eso qué importa? ¡Esta es La Noche Blanca!, la misma que puedes pasar yendo de un lado a otro buscando llegar a tiempo a un espectáculo y en la que, no importa cuánto hagas, llegarás tarde a uno de los dos... si es que llegas. Bueno, nada es imposible, pero entre uno y otro debe haber por lo menos hora y media. Aún así que no podrás ver más de 2 o visitar con calma una galería. El tiempo no es suficiente. Es una lógica matemática que los creadores no han entendido...

Esta es La Noche Blanca, en la que puedes pasarte más tiempo haciendo fila que viendo espectáculos o recorriendo galerías... en la que quedas atrapado aun cuando estés transitando entre calles y teatros o centros culturales.

Si, es la misma donde al guitarrista y al trompetista que pasaban el sombrero se les "unió" (en sentido figurado, porque ocurrió una o dos cuadras más lejos de ellos) un niño de unos 10 años, quien demostraba sus dotes de bailarín, a ritmo de guaracha.



Aunque él tampoco era un invitado a la "cena prenavideña" cultural, es posible que su sombrero estuviera más lleno que el de los otros limosneros, porque él sí logró que la gente lo volteara a ver e incluso lo animara con aplausos.

Esta es La Noche Blanca, de contrastes, en donde, a espaladas del ¿cantante tropical en ciernes? No faltó quien soltara la clásica frase "tiene ritmo el chavito"... sí, por supuesto, lo tenía (y lo tiene), pero le hacía falta dinero y, por eso, también tuvo que ganárselo sin disfrutarla.

Sin duda, el niño fue un olvidado más de La Noche Blanca que, afortunadamente, solo es una...

...Y ya amaneció.
 

jueves, 29 de marzo de 2018

Viacrucis de Acanceh 'cambió' la historia: fue Andrés quien negó 3 veces a Cristo


Por Eduardo Vargas Marín/Reportero

Mérida, Yucatán.- Una anciana se acercó a un joven a pedirle que le tocara la espalda para ver si así se le desaparecía el dolor crónico que la aquejaba. No era broma: la mujer le estaba pidiendo a un hombre con rasgos muy parecidos a los de Jesucristo que le hiciera un milagro…
“¡Por Dios: yo soy sólo un humano normal!”, le contestó Andrés a la viejita.
Involuntariamente -porque él en verdad hubiera querido ayudarla- le dijo que no.
Otro día, un alcohólico, se acercó a Andrés, y le suplicó: “Diosito, ayúdame porque no puedo dejar de tomar”…
“Yo no soy Diosito, y no puedo ayudarte a dejar de tomar… eso es voluntad suya”, le respondió Andrés…
Estas son sólo 2 escenas de las tantas que ha vivido el joven yucateco, estudiante de Mercadotecnia, quien va camino a la cruz en la representación de la pasión y muerte de Jesucristo que cada año se realiza en Acanceh, Yucatán.

Y aunque aún no se acostumbra la buena fama que la ha dado personificar al Nazareno, no dejan de sorprenderle esas manifestaciones de fe en su persona, tanto como lo sorprendió que, a sus 19 años, en 2016, lo eligieran para el papel más importante de la escenificación y para el que no estaba preparado.

Por eso, cuando se lo ofrecieron, dijo que no…

Si bien él había soñado con algún día personificar al hijo de Dios, la invitación, que llegó en la coloquial frase de “te toca, Andrés”, llamaba a su puerta demasiado pronto.

De esa forma -aunque no se siente diferente a otros seres humanos-, él comenzó a cambiar la historia desde el principio: se convirtió en el Cristo más joven de Acanceh, con tan sólo 19 años, muy lejos de aquellos 33 del Cristo nacido en Belén.

Hoy, con el pelo largo hasta los hombros y una barba de 4 meses, Andrés Medina Chalé está más seguro de lo que quiere; hace una pausa en sus ensayos para charlar vía telefónica desde Acanceh, municipio ubicado a 40 minutos de la capital, Mérida.

Dice, para empezar, que aunque es la tercera vez que le tocará ser crucificado cada ocasión ha sido diferente de la anterior, y que siente como si esta fuera la primera vez. Sin embargo, reconoce que representar a Cristo no sólo es el cargar con la mayor responsabilidad del Viacrucis, al ser la figura central, y llevar 100 kilos a cuestas -eso pesa la cruz, 35 kilos más que él- sino ser un hombre casi milagroso para su pueblo…

Porque ahora lo miran con otros ojos… por eso las peticiones de la anciana y del alcohólico…

Eso, dice, es lo más difícil, mucho más que tener que alternar los estudios para ensayar, pasar horas bajo el sol, llevar una corona de espinas o “colgarse” de la cruz.

“…la imagen es lo más difícil (…) la te da un lugar especial. Yo siempre lo he dicho: soy una persona común y corriente, pero la gente misma te da el lugar…”.

Desde hace dos meses, Andrés prepara su papel. ¿Cómo? Además de nutrirse mejor -come más frutas y verduras- y hacer ejercicio, se alimenta con la palabra de Dios para reforzar sus “cuadros”, su representación, aun cuando el Viacrucis no les es ajeno, pues empezó cuando era un niño representado varios papeles: judío, acusador de Cristo, sacerdote y el discípulo Juan, este último 4 años.

Antes que Andrés han pasado unos 15 cristos, algunos ya murieron y por lo menos uno decidió cambiarse de religión, pero él ya pasó a la historia por ser el más joven: 19 años tenía cuando lo subieron a la cruz por primera vez.



Y esa juventud es la quizás le ha dado aún más vigor y fuerza a la representación porque asegura que no ha sufrido ningún problema físico ni de salud, tras las horas intensas de la representación.
 
Cuenta que él le tocó ver a Cristos que, tras el Viacrucis, llegaban con los paramédicos para que los reanimaran. Andrés siempre sale “como si nada”, tras el chequeo médico de rigor una vez concluido el rito del Viernes Santo.

Pero el papel de Cristo si bien no le ha dejado secuelas ni problemas físicos, sí le ha cambiado la vida: “Yo era una persona muy impulsiva, y actuaba sin pensar. Ahora he aprendido a confiar más en Dios y a pensar antes de actuar”, asegura.

Ese cambio también se lo ha exigido su pueblo, porque aunque él se siente una persona normal, percibe que no lo tratan como tal; “algo a lo que no me acostumbro es que la gente mayor me salude porque debería ser yo quien los salude”.

Por eso le sorprendió sobremanera que aquella anciana se acercara y le dijera:
-Aay, hijo, me duele mucho mi espalda. ¡Tócamela! -le pidió la viejita.
 -¡Por Dios! ¡Yo sólo soy un humano normal! ¡No soy nadie! -respondió Andrés.
-Es que tú tienes una gracia... -insistió la mujer.

Don Lino, el coordinador del Grupo Renacimiento, que por 37 años ha organizado el Viacrucis más famoso de Yucatán, y quien también ha sido Cristo, le dio un consejo:



“Cuando te digan eso, hazlo  porque ellos tal vez no superan nada, pero confían en algo, confían en Dios y eso es lo que tiene en la mente... tú, hazlo”.

Andrés nunca supo si la anciana se le quitó el dolor de espalda que él “se negó a curar”;  y tampoco si el alcohólico dejó la botella después de que “le negara” su gracia; tampoco sabe por qué si había tantas personas esperando “en la fila” para ser Cristo lo escogieron a él, y por eso se negó.

Sin duda, el Cristo de Acanceh no se ha percatado de que cuando sea subido a la cruz este viernes, en la plaza principal de Acanceh, para refrendar ese papel especial que su gente le da cuando lo ve con ojos milagrosos, Andrés habrá negado 3 veces que es Jesús…

¿No Andrés era el hermano de Pedro?

Lo dicho: este joven ya comenzó a cambiar la historia en Acanceh.

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(Texto original publicado en el el sitio web lectormx.com por el mismo autor)


martes, 20 de febrero de 2018

Torero yucateco usó el capote como mantel y conquistó paladares en 4 continentes



Por Eduardo Vargas Marín

Mérida, Yucatán.- Un hombre vestido de chef, parado en medio de una plaza de toros, con un capote como mantel rojo, con un estoque en una mano y un cuchillo cebollero en la otra... puede ser una imagen desconcertante para quienes no conocen a Delio Armín, un yucateco internacional. 

Pero quienes saben bien de quién se habla, tal vez lo imaginen así...

No es que sea famoso por cocinar el tradicional chocolomo -platillo de Yucatán-, preparado con carne de toro recién sacrificado en las corridas-; pero parece que ser torero en su natal Hunucmá lo sacó en hombros para llevarlo a la cocina y cambiar las banderillas en el toro por las banderillas de un plato...

Así, pues, no triunfó en Las Ventas (Madrid) y tampoco en la Plaza de Toros México, pero ya logró que la gente que ha probado sus platillos en diferentes países de 4 continentes se sienta tan satisfecha que alguien puede imaginarse otra escena: los comensales agitando las servilletas como pañuelos blancos en un plaza de toros.

Gracias a su sazón, pero sobre todo a conocimiento culinario, Delio Armín Puerto Ceballos partió plaza fuera de los ruedos: en restaurantes de corte internacional de varias de las mejores ciudades del mundo, como Londres, Dubái o Dublín.



Pero su historia comenzó en otra ciudad cosmopolita, aunque de México: Cancún. Tras dejar los ruedos, se mudó a ese polo turístico para trabajar por primera vez en un restaurante; aunque no entró, como dicen en la tauromaquia, por la puerta grande; más bien que fue contratado para supervisar costos. Pronto descubrió que había robos en el área de cocina, así que su jefe, Marco Espinosa, le dio una misión especial: infiltrarse, espiar, vigilar todo lo que ocurría en esa área.

De inmediato, inició como lavaplatos y se hizo amigo del chef Luis Tuz, un paisano de Chichimilá (población del sur-oriente de Yucatán). Quizás en esa detectivesca labor no descubrió a quien en secreto se llevaba los productos, pero sí los secretos de la gastronomía internacional. 

Con el tiempo llegó a ser el chef de Perico’s y su fama se fue extendiendo en la industria gastronómica; pronto le llegó una jugosa oferta, en el Pancho Villas Ranch, de Alfonso Lobo Blandón, donde estuvo 2 años. Tuvo oportunidad también de darle a varios restaurantes una probadita de sus conocimientos, prácticamente a todo lo largo de la entonces creciente Riviera Maya, en negocios como: 

  • Blue Parrot
  • Captain Tutix
  • Bar.co

Sin embargo, quería ser profeta en su tierra; era tiempo de "cortar plaza" en Mérida, y en el 2006 se mudó a la capital yucateca en donde abrió el restaurante Harbano’s, de tacos árabes, una marca que conquistó rápidamente el paladar de los meridanos. 

Pero si no hay torero sin suerte y sin trabajo intenso, tampoco hay chef, y Mérida fue una plaza que se la trajo: recibió la invitación de mudarse a una de las ciudades que son marca mundial: Dubái; ahí, su encomienda fue iniciar el restaurante Savage Garden. Desde entonces, todo fue escalar: al año siguiente, el empresario Jorge de Anda lo contrató para trabajar en la cadena de restaurantes Maria Bonita Tacos Shop and Grill, y durante 3 años logró reconocimientos importantes. 

Volvió a México y, un año después, le ofrecieron relanzar el restaurant La Sirena, en Dublín, Irlanda. Por 3 meses impulsó el trabajo en la alta cocina hasta que una mejor oferta lo llevó hasta Londres para laborar el mismo periodo de tiempo pero en Chilango. 

De nuevo en México, cuando Armín disfrutaba otra vez de su país, de su tierra natal, Yucatán, le surgió una nueva oportunidad de conquistar con su sazón una nueva ciudad: Nantes, Francia, adonde viajó en 2017 para abrir “Tierra Maya”. 



¿Dónde está hoy Armín y por qué se dice que ha estado en 4 continentes si los restaurantes donde ha trabajado son de 3? La respuesta a la primera pregunta es: vive en Mumbai, en La India; trabaja en una sucursal de la cadena de comida rápida Tex Mex NY Burritos, que instaló 25 restaurantes en ese país, y cuyo dueño, Senil Shah, le abrió las puertas a él y a su familia: su esposa y sus 3 hijos. La respuesta a la segunda pregunta es: trabajó durante 20 días en Sudáfrica, durante el mundial en ese país, en 2010, en el restaurant La Casita, propiedad de otro yucateco: Carlos P. Sauri.

A pesar de tantos triunfos, Armín -nacido un 21 de noviembre de 1970-, como si llevara en su mente esa canción que reza: "un viejo amor no se olvida ni se deja", nunca borró de su memoria el toreo, y a veces sueña con regresar al ruedo, o sea, vestirse de luces para lidiar un toro.

Sin embargo, por ahora, la cocina es para él un mundo mucho más grande que una plaza de toros, y no le importa extrañar la fiesta brava cuando tiene bien claro que a él la gastronomía le ha traído más satisfacciones, más "orejas y rabo", pues. No en vano, él prefirió -como decimos los yucatecos de cepa, cuando "nos rendimos"- “matar su pavo”... en vez de matar un toro.


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