jueves, 29 de marzo de 2018

Viacrucis de Acanceh 'cambió' la historia: fue Andrés quien negó 3 veces a Cristo


Por Eduardo Vargas Marín/Reportero

Mérida, Yucatán.- Una anciana se acercó a un joven a pedirle que le tocara la espalda para ver si así se le desaparecía el dolor crónico que la aquejaba. No era broma: la mujer le estaba pidiendo a un hombre con rasgos muy parecidos a los de Jesucristo que le hiciera un milagro…
“¡Por Dios: yo soy sólo un humano normal!”, le contestó Andrés a la viejita.
Involuntariamente -porque él en verdad hubiera querido ayudarla- le dijo que no.
Otro día, un alcohólico, se acercó a Andrés, y le suplicó: “Diosito, ayúdame porque no puedo dejar de tomar”…
“Yo no soy Diosito, y no puedo ayudarte a dejar de tomar… eso es voluntad suya”, le respondió Andrés…
Estas son sólo 2 escenas de las tantas que ha vivido el joven yucateco, estudiante de Mercadotecnia, quien va camino a la cruz en la representación de la pasión y muerte de Jesucristo que cada año se realiza en Acanceh, Yucatán.

Y aunque aún no se acostumbra la buena fama que la ha dado personificar al Nazareno, no dejan de sorprenderle esas manifestaciones de fe en su persona, tanto como lo sorprendió que, a sus 19 años, en 2016, lo eligieran para el papel más importante de la escenificación y para el que no estaba preparado.

Por eso, cuando se lo ofrecieron, dijo que no…

Si bien él había soñado con algún día personificar al hijo de Dios, la invitación, que llegó en la coloquial frase de “te toca, Andrés”, llamaba a su puerta demasiado pronto.

De esa forma -aunque no se siente diferente a otros seres humanos-, él comenzó a cambiar la historia desde el principio: se convirtió en el Cristo más joven de Acanceh, con tan sólo 19 años, muy lejos de aquellos 33 del Cristo nacido en Belén.

Hoy, con el pelo largo hasta los hombros y una barba de 4 meses, Andrés Medina Chalé está más seguro de lo que quiere; hace una pausa en sus ensayos para charlar vía telefónica desde Acanceh, municipio ubicado a 40 minutos de la capital, Mérida.

Dice, para empezar, que aunque es la tercera vez que le tocará ser crucificado cada ocasión ha sido diferente de la anterior, y que siente como si esta fuera la primera vez. Sin embargo, reconoce que representar a Cristo no sólo es el cargar con la mayor responsabilidad del Viacrucis, al ser la figura central, y llevar 100 kilos a cuestas -eso pesa la cruz, 35 kilos más que él- sino ser un hombre casi milagroso para su pueblo…

Porque ahora lo miran con otros ojos… por eso las peticiones de la anciana y del alcohólico…

Eso, dice, es lo más difícil, mucho más que tener que alternar los estudios para ensayar, pasar horas bajo el sol, llevar una corona de espinas o “colgarse” de la cruz.

“…la imagen es lo más difícil (…) la te da un lugar especial. Yo siempre lo he dicho: soy una persona común y corriente, pero la gente misma te da el lugar…”.

Desde hace dos meses, Andrés prepara su papel. ¿Cómo? Además de nutrirse mejor -come más frutas y verduras- y hacer ejercicio, se alimenta con la palabra de Dios para reforzar sus “cuadros”, su representación, aun cuando el Viacrucis no les es ajeno, pues empezó cuando era un niño representado varios papeles: judío, acusador de Cristo, sacerdote y el discípulo Juan, este último 4 años.

Antes que Andrés han pasado unos 15 cristos, algunos ya murieron y por lo menos uno decidió cambiarse de religión, pero él ya pasó a la historia por ser el más joven: 19 años tenía cuando lo subieron a la cruz por primera vez.



Y esa juventud es la quizás le ha dado aún más vigor y fuerza a la representación porque asegura que no ha sufrido ningún problema físico ni de salud, tras las horas intensas de la representación.
 
Cuenta que él le tocó ver a Cristos que, tras el Viacrucis, llegaban con los paramédicos para que los reanimaran. Andrés siempre sale “como si nada”, tras el chequeo médico de rigor una vez concluido el rito del Viernes Santo.

Pero el papel de Cristo si bien no le ha dejado secuelas ni problemas físicos, sí le ha cambiado la vida: “Yo era una persona muy impulsiva, y actuaba sin pensar. Ahora he aprendido a confiar más en Dios y a pensar antes de actuar”, asegura.

Ese cambio también se lo ha exigido su pueblo, porque aunque él se siente una persona normal, percibe que no lo tratan como tal; “algo a lo que no me acostumbro es que la gente mayor me salude porque debería ser yo quien los salude”.

Por eso le sorprendió sobremanera que aquella anciana se acercara y le dijera:
-Aay, hijo, me duele mucho mi espalda. ¡Tócamela! -le pidió la viejita.
 -¡Por Dios! ¡Yo sólo soy un humano normal! ¡No soy nadie! -respondió Andrés.
-Es que tú tienes una gracia... -insistió la mujer.

Don Lino, el coordinador del Grupo Renacimiento, que por 37 años ha organizado el Viacrucis más famoso de Yucatán, y quien también ha sido Cristo, le dio un consejo:



“Cuando te digan eso, hazlo  porque ellos tal vez no superan nada, pero confían en algo, confían en Dios y eso es lo que tiene en la mente... tú, hazlo”.

Andrés nunca supo si la anciana se le quitó el dolor de espalda que él “se negó a curar”;  y tampoco si el alcohólico dejó la botella después de que “le negara” su gracia; tampoco sabe por qué si había tantas personas esperando “en la fila” para ser Cristo lo escogieron a él, y por eso se negó.

Sin duda, el Cristo de Acanceh no se ha percatado de que cuando sea subido a la cruz este viernes, en la plaza principal de Acanceh, para refrendar ese papel especial que su gente le da cuando lo ve con ojos milagrosos, Andrés habrá negado 3 veces que es Jesús…

¿No Andrés era el hermano de Pedro?

Lo dicho: este joven ya comenzó a cambiar la historia en Acanceh.

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(Texto original publicado en el el sitio web lectormx.com por el mismo autor)