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Página impresa de Novedades de Yucatán. Entrevista con Hernán Lara Zavala sobre su novela 'Charras'. |
Mérida, Yucatán
Ni mito ni cuento: Charras fue líder sindical valiente y auténtico...
Más que nunca el homicidio del luchador social Efraín Calderón Lara, alias Charras, está vigente ante los asesinatos políticos de esta década, llámese (Luis Donaldo) Colosio, (José Francisco) Ruiz Massieu o (Cardenal Juan Jesús) Posadas Ocampo.
Al menos así es para Hernán Lara Zavala, el autor de la novela sobre el homicidio del ex líder estudiantil, quien asegura que “Charras” es un antecedente, “apenas una pálida sombra” de lo que ocurrió recientemente con las muertes de connotados personajes en México.
Pero aunque considera al “Charras” como uno de los personajes más importantes dentro de la historia de los movimientos obreros, ignora si las ideas del tienen vigencia en las propuestas de los actuales sindicatos.
Narra a Novedades de Yucatán la última vez que lo vio, y recalca lo significativo de ese momento póstumo, tras enterarse del fallecimiento de su pariente: “Por eso me impresionó conocer su muerte de esa manera criminal”.
El libro “Charras”, catalogado por el propio Lara Zavala, como una novela-reportaje, se publicó entre 1990 y 1991, 15 años después del artero crimen, aún no resuelto del todo, de quien revolucionó la política sindical de Yucatán.
-¿Es “Charras” su libro más importante hasta el momento?
-Más que mi libro más importante, Charras es mi primera novela, y como tal me dio un lugar dentro de la literatura. Yo era fundamentalmente cuentista, pero a todos los libros uno los quiere igual, como a lo hijos.
-Cómo se sintió al incursionar en este género? ¿Recurrirá nuevamente a él para tratar un tema similiar?
-No necesariamente; ahora terminé una crónica: le llamé Viaje al Corazón de la Península, que trata más bien de los puntos intermedios de la península de Yucatán, es decir, el punto de intersección donde están Campeche, Yucatán y Quintana Roo,, pero es una crónica estrictamente.
Lo que hice (en “Charras”) fue una novela-reportaje, vamos a llamarle así, pero no puedo decir “de esta agua no beberé”; actualmente no tengo interés en incursionar en esa técnica narrativa.
¿Cómo ve “charras” retrospectivamente, a casi 7 años de publicado?
Pues fíjate que es muy curioso, porque yo tomé un tema; me parecía que a lo mejor iba a resultar un poquito lejano en la historia, hacía 15 años que había ocurrido el suceso de Charras y curiosamente la novela es ahora más vigente que nunca a la luz de todo lo que ha sucedido, con todos los asesinatos, sobre todo políticos y creo que, de alguna manera, como se ha podido ver, organizados por el Estado.
Creo que lo que ocurre en “Charras” es apenas una pálida sombra de lo que iba a suceder en el país; sin embargo, creo que el mecanismo interno debe ser muy parecido: el hecho de cómo sucedieron las cosas, de cómo se ocultaron digamos los detalles y cómo finalmente no se ah dado con los asesinos reales de (Luis Donaldo) Colosio, (José Francisco) Ruiz Massieu, y de todas estas personas que entraron en este nivel de agresión y de crimen político.
¿Fue un antecedente?
Creo que fue un antecedente y, te digo, creo que era imporatnte considera que la novela no trata como una nota roaj, no era nada más un crimen, sino der aun crimen de Estado. Entonces creo que en ese sentido hubo un elemento más, pero que se pone sobre aviso a los lectores para cuando menos no permitir que los crímenes queden sin solución, no queden impunes.
-El libro cumplió su cometido…
-Sí, yo creo que sí, yo espero que sí.
-Se ha hablado mucho sobre Charras, ¿cómo lo considera usted? Para las generaciones actuales podría ser solo un mito, un personaje de novela...
-El Charras es pera mí uno de los personajes más importantes dentro de lo que ha sido la historia de los movimientos obreros de nuestro país. El ofrendó su vida por un idea y creo que su intención y su anhelo era darle justicia principalmente a los desposeídos. El sindicato (como ente social), te digo, no creo que sea la mejor opción.
-¿Considera usted que los ideales por los que murió Charras no se ejecutan en el sindicalismo actual en Yucatán?
Pues no sé, me da la impresión de que los sindicatos, como se han desarrollado finalmente, han tenido una parte de lastre… Han apoyado a la actividad gremial, pero por otro lado han “lastrado” algunos aspectos de la eficiencia. Pero insisto, creo que fundamentalmente aquí en Yucatán su postura y su lucha (del Charras) no fue sólo valiente sino fructífera.
Creo que algunos líderes son herederos, los hermanos Macosay. No estoy enterado en profundidad, pero creo que parte de esas ideas de él fructificaron y seguramente seguirán apoyando para que haya una justicia mayor entre los trabajadores.
-Pasando un poco al plano personal, ¿cómo fue su trato con el extinto Charras?
-Era pariente mío y lo conocí desde que éramos niños. Le tenía afecto, por su personalidad fuerte, simpática, generosa. Así lo conocí a él.
-¿Puede contarnos alguna anécdota de su relación directa con él?
-Tengo muchas anécdotas que recuerdo de él, pero una que consigno en el libro es que, cuando éramos niños, él tenía un balón de basquetbol y, de manera imprudente, aunque no de mala fe, empecé a jugar futbol con él y se lo ponché. Me apenó mucho, porque muchos años después él comentó que era un regalo de Navidad que él deseaba y no lo ponché- recuerda mientras sonríe y se toca la barba, como si quisiera que la sonrisa no se prolongara. Se sonroja. “Sí me dolió mucho”, insiste.
-¿Cuándo fue la última vez que lo vio con vida?
-Yo lo vi la última vez aquí en Mérida; fue seis meses antes de que lo mataran. Él, gentilmente, pasó al hotel y me llevó al aeropuerto para que yo toara el avión, platicamos de muchas cosas, me acuerdo que esta haciendo su tesis, que se iba a casar y de cómo iba el movimiento sindical en Yucatán. Por eso me impresionó conocer su muerte de esa manera criminal.
-Fue inesperado…
-Sí, muy inesperado. Todo mundo pensaba que formaba parte de un conflicto de la región, pero nunca imaginé que la represión iba a llegar al punto de la muerte, no pensé que lo iban a matar -expone y sus ojos se abren. Vuelve su mano a la barbilla.
-¿Alguna vez le manifestó a usted que le tenía miedo a eso?
-Bueno, él sabía… siempre se refugiaba en Hopelchén y él sabía que había amenazas sobre su persona.
-¿Todavía sale a relucir Charras en su plática, con sus familiares?
-Siempre hay un recuerdo agradable de él, como persona era excepcional, tenía una gran simpatía, muy buen humor, una gran personalidad, era muy valiente. Sí, con los amigos y los parientes, siempre lo recordamos con afecto y cariño.
-¿Y qué comentan, sólo su ejemplo? ¿qué es lo que se dice de él cuando se le recuerda?
-Todo… creo que él hubiera sido un gran político si no le hubieran quitado la vida. A lo mejor en ese momento podría uno de los líderes de la región, no sé si del lado de Campeche o de Yucatán, porque él siempre que le decían si era campechano o yucateco, decía: “Yo soy de Hopelchén”.
-Cuál es el tono de la plática cuando sale a relucir: miedo, coraje, temor…
-Creo que ya está asumido el hecho, y que lo que sí se habla es con respeto -concluye tajantemente, en tono serio.
El exgobernador de Yucatán, Carlos Loret de Mola, a quien se atribuye la autoría intelectual del asesinato, identificó siempre a Charras con el actual gobernador del Estado, Víctor Cervera Pacheco, ya que éste fue muy amigo y vecino del extinto luchador social.
-¿Y qué opina del cerverismo?
-Prefiero no opinar sobre el tema -sonríe nerviosamente antes de tomar una gran bocanada de aire y mantener por unos segundos para darse valor y negarse a contestar. Vuelve a sonreír.
-¿Y de la política yucateca actual, en general?
-La política yucateca actual… me da la impresión de que tanto en Chihuahua como en Yucatán, que son dos extremos del país, han estado abandonados y se requiere de la participación de todos los ciudadanos. Sé que aquí pesa mucho el panismo, que han habido cambios importantes en la política interna.
A mí me gustaría que Yucatán, que se ha mantenido al margen y que mucha gente considera que es una entidad conservadora, pudiera apoyar para bien de la región.
No estoy seguro, porque, te digo, no conozco bien a los representantes panistas, pero la actitud contestaria que ha tenido siempre el estado me gustaría que estuviera dirigida con menos pasión local y con más actitudes crítica a los gobernantes locales y federales.
-El panismo es un buen contrapeso…
-Puede ser un buen contrapeso, siempre y cuando no caigan en los excesos que ha caído en algunos otros estados, de moralismo, represión y hasta corrupción -advierte el escritor, con gesto amable pero un tanto de desesperación debido a que los demás escritores lo esperan para disertar sobre Juan García Ponce, motivo de su visita a Mérida.
Agradece la entrevista y solicita al reportero una aclaración, ante la grabadora: "Cuando comenté lo del contrapeso que puede ser el PAN me fiero a que sea PAN o PRD o cualquier otro partido, lo que se necesita es un cambio en Yucatán... Sí quiero aclararlo, no vaya a ser que me pongas que sólo el PAN, y bueno…
Sonríe y se despide.
(El texto original fue publicado en el periódico Novedades de Yucatán, en abril de 1997)
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